domingo, 22 de noviembre de 2009

Querida mía,

Hace unos días que sueño contigo. Con tu pelo rubito, que luego se volverá más oscuro cuando crezcas, ondulado como el mío, y con tus preciosos y enormes ojos verdes, como los de tu padre. No quiero que creas que no te quiero, porque no es verdad. Te he querido desde siempre, desde mucho antes de soñar contigo y preguntarme cómo olerías, cómo sería tenerte entre mis brazos. Te quiero mucho mi pequeña Anna, eres mi vida, es sólo que ahora no es el momento. Yo voy a ser tu madre, la persona que te cuide, te ampare, te proteja, trate de darte las herramientas necesarias para que puedas andar por la vida por ti misma. Y antes de todo eso tengo que estar preparada para poder hacerlo ¿entiendes?. Ahora mismo ni siquiera soy capaz de ayudarme a mí misma. Todavía me queda mucho por aprender, aún no sé lo que voy a ser de mayor, y, aunque voy teniendo alguna idea al respecto, no es suficiente. Quiero estar preparada para no necesitar pensar más en mí, y poder dedicar todas mis energías a ti, que eres la que más vas a necesitarlo. Quiero ser una buena madre. Y aún no estoy preparada. Pero te amo igual, de la misma forma que si lo estuviera. Por eso quiero decirte que si ya estás aquí, a pesar de todo, de los miedos, de las dudas, de la fuerte corazonada de que no es el momento (tu padre y yo queremos viajar, mucho, conocer mucho, aprender mucho, estar muy juntos.. tu padre y yo tenemos muchas cosas que hacer los dos solos antes de que tú vengas, agotar todas nuestras ansías de nosotros mismos, todo el egoísmo que eso implica, antes de un acto tan generoso y desprendido como es el de tener un hijo) pero, como te decía, si eso llega a pasar, y estás ya en camino querida, te vamos a querer con todas nuestras fuerzas, bebe. Serás deseada, claro que sí, y nos harás muy felices. Tú siempre serás lo más importante cariño, llegues en el momento que llegues. Una vez que sea tu madre, todo lo demás carecerá de importancia, y estaré preparada para lo que sea, para el cambio de formato, para olvidarme de “mi” y mis dudas y mis miedos, y mi incertidumbre hacia el futuro.

Algún día estarás entre nosotros pequeña, eso seguro. Ojalá que sea dentro de un par de años, por lo menos, pero si no es así, yo te prometo que no pasa nada. Serás nuestro tesoro y nuestra alegría. Ya lo eres pequeña Anna.
Te quiere,

Tu mamá.

sábado, 7 de noviembre de 2009

¡Que sorpresa encontrarte por estos mundos Cordelia!,

Podría escribirte en más de una ventana diferente, por suerte nos hemos ido abriendo más de una desde que nos conocemos..

Pero no sé, de pronto me ha apetecido hacerlo aquí, en este diario que tengo tan abandonado, haciendo gala de lo que decía en la primera entrada, en la que afirmaba que nunca había tenido la constancia suficiente para tener uno.. :)

Es verdad que últimamente estoy muy callada, y no es precisamente porque no tenga nada que decir, sino porque se me traban los dedos cuando trato de decirlo. Y a pesar de que contigo, como con otras muchas personas, mis contactos nunca han podido ser cara a cara (de momento), es ahora lo que más echo de menos... será porque se acerca el invierno, con sus vientos fríos, su nieve, su empeño en transformar la isla en la que vivo en más Alcatraz que nunca, que yo hecho de menos el contacto más cálido de una sonrisa en directo, un abrazo, una mano que te aprieta..

Ya me llegaron los libros, y te confieso que cada vez que los miro de frente me tiemblan las piernas... tres tochazos esperando para que yo asimile tooodo lo que encierran. Me aterra y me estimula a partes iguales.. al menos ahora tengo una dirección más clara de hacia donde dirigir mi energía, y eso es un paso de gigante..

Se acerca mi cumpleaños, las navidades un poco después, y yo me preparo para vivirlas en estas circunstancias diferentes, con mucha curiosidad (menos mal!) y también con mucha morriña... es algo difícil acostumbrarse a echar de menos...

Y sin embargo, ya ves, es curioso, pero cuando he estado en España, no he conseguido vivir los encuentros como efímeros, ni las despedidas como tales. Siempre he tenido la sensación de que los iba a volver a ver "mañana", y cuando el hada me despedía entre lágrimas en la estación de trenes de Gijón, yo no podía evitar una sensación algo incómoda de "no-correspondencia"... era como que no me terminaba de creer que quedaban por delante muchos meses hasta que pudiera volver a abrazarla...

De todos modos, casi me alegro de que sea así. Al menos me da la oportunidad de vivir cada (re)encuentro con naturalidad. De lo contrario la intensidad sería tan grande que no me permitiría disfrutarlo.

Y a qué engañarnos, yo no he sido nunca demasiado "intensa". Lo notaba cuando me juntaba con los compañeros de la Escuela de Arte Dramático, que no conseguía involucrarme en la intensidad con la que vivían cada momento, cada proceso, como si fuera el último. Una intensidad a veces tan forzada, que a mí me parecía que trivializaba los momentos más que atesorarlos, una intensidad que por recurrente, resultaba cansina... A lo mejor es que yo he sido siempre más prosaica, y esa es la razón por la que Romeo siempre me pareció un gilipollas integral, y por la que la eterna pregunta de "¿qué hay después de la muerte?" nunca me ha preocupado lo más mínimo, enredada como estaba pre-ocupándome con las cosas que hay durante la vida.. :)

Y me da la sensación de que me estoy liando cosa mala Cordelia, como me suele pasar cuando dejo a los dedos libres sobre el teclado..

El caso es que sí, te pienso, mucho, y me alegra que lo sepas. Que eres una brava desforestadora del amazonas, lunática y llenadora de huecos, y que formas parte de mi vida, tanto sí estoy de lo más expresiva, como cuando estoy más silenciosa..

Y no veas lo que me alegra eso!

Un abrazo enooorme querida Cordelia, y besos goldos!

:)